Melucci (2001)[3] brinda pistas más concretas para entender la sociedad contemporánea y el vínculo social que en ella se genera, en términos de la relación entre lo social y lo individual y desde la perspectiva de la discontinuidad, entendida como la ruptura con la forma social capitalista, cuyo derrumbe considera inminente, y el asomo de un nuevo tipo de sociedad que aún deviene inagarrable[4]:
Su interés en el estudio de la vivencia personal y su influencia en las formas de socialidad que genera radica en el hecho de que cada vez más nuestra vida transcurre en contextos producidos por la información que es difundida por los medios de comunicación y que nosotros internalizamos y contribuimos a desarrollar. La información, como sistema simbólico se ha vuelto autónomo y se ha independizando de los recursos materiales, al punto de que ya se le asigna un valor por sí misma. Una vez autónomos los sistemas simbólicos inciden (retroactuan) en la transformación de la realidad, la naturaleza y la biología y así de manera continua se alimenta un proceso de transformación social en espiral. Ahora bien, la información vale como recurso si y sólo si se la puede percibir, procesar y ampliar, lo que implica que recursos humanos como la cognición y la motivación humanas también se convierten en recurso de gran importancia:
“La paradoja consiste en que la reproducción de la sociedad y, de hecho, la biología humana, se han convertido en terrenos para la intervención social, cultural y política: es nuestra acción la que causa la reproducción”- Melucci 2001 p. 66.
Así, quienes tengan los códigos y manejen las claves ostentarán el poder. Se sabe que esa distribución no es igualitaria y que con base en ello se están configurando nuevas estructuras de poder y de discriminación. No obstante, los individuos tienen la posibilidad, y efectivamente lo hacen, de invertir sus propios recursos cognitivos emocionales y relacionales en esta
“…capacidad potencial de controlar la creación de sentido… Todo aquello que afecta nuestra vida personal y relacional depende de nuestra capacidad de atribuir sentido, de generar significado para nuestros actos, planes y sueños, etc.” (Melucci 2001; 67)
Lo irónico de esa situación es el contraste manifiesto entre las posibilidades del individuo por pensarse y recrearse y la amenaza real de la autodestrucción de la vida en el planeta. En realidad; ya no podemos asegurar que vayamos a seguir viviendo juntos y eso nos pone en la situación de elegir estar juntos; de aprender a entendernos a pesar de nuestras diferencias. En consecuencia el cambio cualitativo de nuestros marcos de interpretación es urgente:
“Estas cuestiones resultan terribles y desesperantes cuando se plantean en el marco de la modernidad. Nuestra esperanza radica en efectuar ese salto, siempre y cuando seamos capaces de darlo. No hay duda de que es aquí donde podremos redefinir los problemas, de un modo que nos haga ir más allá de ellos. Puesto que los problemas no tienen solución, son simplemente sustituidos por otros, por otros problemas u otras formas de definición.” (Melucci 2001; 80)
No hay comentarios:
Publicar un comentario