Es bien ilustrativo el análisis que Paula Sibilia (2005)[2] hace de este momento histórico, análisis que podemos ubicar desde el espacio antropológico de las Mercancías en términos levysianos. Ella vislumbra en este momento de fractura una crisis al interior del capitalismo en el que emergen nuevos modos de vínculo social que moldean las subjetividades a conveniencia de la lógica del mercado:
“El nuevo capitalismo se erige sobre el inmenso poder de procesamiento digital y metaboliza las fuerzas vitales con una voracidad inaudita, lanzando y relanzando constantemente al mercado nuevas subjetividades … así la ilusión de una identidad fija y estable tan relevante en la edad moderna e industrial, va cediendo terreno a los ‘kits’ de perfiles estandarizados ‘ o ‘identidades pret-a-porter’, … Se trata de modelos subjetivos efímeros y descartables, vinculados a las caprichosas propuestas y a los volátiles intereses del mercado.’ P. 33
Si antes los individuos se vinculaban por su pertenencia a la masa, como bloque único y homogéneo, en la sociedad contemporánea, los individuos, sus subjetividades y su relación con los otros han mutado; ahora se definen por sus relaciones con las corporaciones del mercado global ya sea como consumidores y/o vendedores de servicios. Los datos sobre su identidad, preferencias, estatus socioeconómico y demás vuelan por la red disponibles para quienes quieran interactuar con ellos ya sea para venderles o comprarles sus servicios, pero sobre todo para controlarlos. El otrora trabajador obediente se convierte en consumidor controlado, o mejor, autocontrolado. Como se puede ver, desde la interpretación de Sibilia, esta forma social actual ha perfeccionado y hecho más eficiente su aparato de dominación y no hay por qué pensar que el vínculo social entre personas se haya modificado positivamente:
“En estas nuevas organizaciones sociales no hay dueños ni patrones identificables: en un ámbito de jerarquías confusas, los gerentes abundan y los obreros tienden a desaparecer.” (Sibilia, 2005; 37)
En esas condiciones las estrategias de control se hacen más sutiles pero efectivas porque acuden a la administración total de la vida pero desde la lógica del biopoder que, apoyada en conocimientos científicos moleculares, invaden hasta los más diminutos y antes impensados espacios de la bilogía humana. Sibilia denuncia la visión faústica de la tecnología pues la mira en el marco de la tecnociencia y en alianza con el mercado; con razones bien sentadas advierte el peligro de revivir proyectos eugenésicos:
“La conclusión es inquietante; ahora, y disipada la traumática sombra nazi, esas ideas parecen ahora realmente ‘recuperadas’. Por otro lado, la tecnociencia contemporánea parece capaz de ofrecer las herramientas adecuadas para llevar el proyecto adelante, mientras el mercado se mantiene en ansiosa expectativa y las instancias jurídicas revelan su impotencia.” (Sibilia 2005; 194)
De hecho, acude a Negri y Hardt para recordar que en esta configuración global ‘las corporaciones transnacionales construyen el tejido fundamental del mundo biopolítico’ (Negri y Hardt, a través de Sibilia 200: 214) y que el estado se está convirtiendo en una ‘reliquia’ inoperante en un mundo que cada vez está más globalizado, descentralizado e interconectado. Así las cosas, la autora constata ese momento de mutación en que nuestros cuerpos se han vuelto obsoletos y lanza la pregunta por lo que seremos, por las formas humanas que se estimulan en la actualidad y no puede evitar responderla en términos de aquellas que requiere el capitalismo global. A pesar de su reflexivo llamado a la politización de la cuestión en los espacios de debate académico para que este asunto no se deje en las manos de las leyes del mercado, también deja muy clara la pregunta por la posibilidad de alentar la emergencia de nuevas formas de habitar:
“Si el hombre es una invención del humanismo occidental, perfectamente datada y hoy en plena decadencia, ¿por qué no inventar nuevas concepciones y, junto con ellas, nuevas formas de ser en el mundo y nuevos mundos para habitar? … si esa forma humana se convirtió en una manera de aprisionar la vida, [citando a Deleuze] ‘¿no sería necesario que, bajo otra forma, la vida se libere en el propio hombre?”
Ideas de este tipo también aparecen en Donna Haraway y Katherine Hayles. Esta última afirma: “No lamento la muerte de un concepto tan profundamente enraizado en proyectos de dominación y opresión” (op cit)
“Los autores que inspiraron muchas de las ideas expuestas en este libro pusieron todo el énfasis de su pensamiento en la resistencia a los dispositivos paralizantes del poder y del saber, y en la creación de nuevos territorios existenciales.” (Sibilia 2005; 268)
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