TRANSFORMAR EL FUTURO

Nadya González Romero
Director: Nelson Obregón Neira (IC, MSc, PhD)

Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas
Pontificia Universidad Javeriana


jueves, 3 de junio de 2010

Presentación general del problema

Crisis civilizacional y Cambio de era
Más que un cambio de época, estamos presenciando un cambio de era, no simplemente de época (Kempf (1988) a través de Machado (2000)). Estamos pasando de la era neolítica en la que logramos ‘dominar el ambiente’ a una era biolítica que nos plantea retos relacionados con el dominio de los organismos vivos en general. Y está ocurriendo precisamente en momentos de una crisis que va más allá de lo civilizacional y nos obliga a replantear lo humano pero en relación con el ambiente natural y la materia inerte. La crisis  afecta todas las esferas de la vida planetaria y pone en riesgo  la vida y la sostenibilidad del planeta; es sistémica porque abarca todos los aspectos que constituyen la civilización, es energética, financiera y económica, es poblacional, es alimentaria; lo que está en crisis, en realidad, es el ser humano, su ética, su espiritualidad, su moralidad.
Las circunstancias adversas que ocasionaron momentos críticos anteriores en los que la vida se ha puesto en peligro (paso de vida unicelular a multicelular, del homosapiens al hombre moderno) fueron causados por factores ambientales; La diferencia con el momento actual es que los factores ambientales que lo determinan tienen sus responsables directos; algunos hombres. Como bien lo planteó Peter Sloterdijk (2001), los desastres que hemos presenciado - desde el momento en que como  estrategia de guerra se pasó de la eliminación  directa al cuerpo del adversario a la destrucción de su ambiente vital -  como la explosión de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, la guerra de Irak, el uso de los genes como mercancías, la competencia cognitiva que oculta el conocimiento, el apoyo de los científicos al proyecto de exterminio nazi, son producto de una peligrosa alianza entre tecnologías superiores y niveles muy bajos de subjetividad, a los que subyacen formas de vínculo social dominantes y destructivos  que más que sociedades constituyen apilamientos o agrupaciones de individuos.
Desde su teoría de los cuatro espacios antropológicos, Levy (2003) explica la metástasis que sufren las sociedades actuales;   en las formas de  vínculos sociales los espacios de abajo buscan dirigir y violentar a los espacios de arriba.  El mal del Sur se explica en términos del deseo de la Tierra por dominar al Territorio, las Mercancías y el Saber: El mal del Este se explica en términos de que el Territorio busca dirigir las Mercancía y al Conocimiento. El mal del Norte es el de pretender que la Mercancía domine el Conocimiento. Este es el momento que hoy vivimos en términos de la metáfora Levysiana “se oscila entre el Estado y el Capital, como si sólo hubiera esos dos en el mundo.  Otros se viran hacia el Sur, imaginan un futuro de la Tierra que hace temblar…” (Levy, 2004)
En últimas, esta crisis no es más que una manifestación de que estamos atravesando por un momento evolutivo crítico y, como en las ocasiones anteriores, se juega fundamentalmente en los terrenos del lenguaje y la comunicación.  Hoy en día, gracias a Internet, el número de relaciones entre humanos y la calidad de las mismas se ha aumentado. Esto incide directamente en la evolución;  ahora el hombre es capaz de influir sobre la naturaleza e incidir en la evolución; antes la naturaleza imponía sus leyes, ahora el hombre tiene voz en esas decisiones, este proceso continúa y para que vaya en la dirección correcta es fundamental que se asegure “la accesibilidad del otro semejante” (Sloterdijk, 2008), lo que significaría optimmizar la comunicación masiva bidireccional y en tiempo real entre los seres humanos. Bien cierto es que los medios de comunicación sólo se justifican en la medida en que sirvan a la transferencia de los pensamientos al menor costo posible. Ese proceso de transferencia sólo puede ser entre cerebros “de la misma serie biológica” (Sloterdijk, 2008), entre inteligencias similares y es precisamente con las comunicaciones a distancia que se posibilita la transferencia de pensamientos entre personas que no se conocen por estar separados geográficamente - y que aun cuando vivieran cerca sería muy poco probable que se comunicasen-. Así comienza lo que Sloterdijk llama la historia superior de la cultura. La cuestión es que ahora no se trata de transferencias entre cerebros locales, se trata de procesos de socialización profundos porque cada persona comunica a los demás comunes y universales ‘en soledad y libertad’. En términos de Levy (2004), es posible y factible que en un futuro no muy lejano puedan dialogar todas las inteligencias humanas -tal como de hecho lo hacen todas las células, tejidos, órganos y sistemas de los organismos vivientes- a través de sistemas reticulares que garanticen la conectividad universal para que no haya seres excluidos de las dinámicas comunicativas nuevas, la construcción de comunidades de prácticas que materialicen  ideales de cooperación, y la emergencia de la inteligencia colectiva 
“…una inteligencia repartida en todas partes, valorizada constantemente, coordinada en tiempo real, que conduce a una movilización efectiva de las competencias. [cuyo fundamento y objetivo es] el reconocimiento y el enriquecimiento mutuo de las personas, y no el culto de comunidades fetichizadas o hipóstasiadas.” (Levy, 2004)
De lo molar a lo molecular, Una nueva tecnicidad
¿Qué futuro nos espera ahora que la ciencia y la tecnología han logrado penetrar los espacios más pequeños de la materia? ¿Ahora que se conoce el lenguaje del genoma humano y se puede manipular? ¿Ahora que la comunicación interplanetaria se puede hacer en tiempo real gracias al manejo numérico de la información? ¿Ahora que las especies vivientes son manipuladas por la ingeniería genética? ¿Que se vislumbra la posibilidad de dominar la materia a nivel molecular gracias a la nanotecnología? ¿Qué la realidad virtual ha demostrado su capacidad de producir efectos reales en la realidad física? ¿Qué ya se han creado robots que podrían “convivir” con nosotros en nuestra vida cotidiana y realizar tareas que siempre hemos visto como exclusivas del ser humano?
El hecho de que la ciencia y la tecnología hayan trascendido a niveles moleculares aumenta exponencialmente sus alcances, pero ¿significa esto que también se aumente el poder de quienes toman las decisiones fundamentales sobre su uso? Algunos exponen escenarios apocalípticos; otros son más optimistas. Sea cual fuere la actitud y las acciones adoptadas, es preciso que éstas sean fundamentadas con base en una concepción sobre la relación entre el ser humano y la tecnología. Esto sólo sucederá si el hombre toma las riendas de su destino, se apoya en el más alto conocimiento del ser, y acepta la existencia de una materia informada como mecanismo superior con el potencial de albergar la más alta inteligencia. Una “ética de la amistad” implica repensar el vínculo social; una ecología de la inteligencia exige un pensar universal totalmente exento de matices totalitaristas que vincule la multiplicidad de saberes que hacen posible la vida y la convivencia.
Las claves de la salvación residen en la cooperación humana, que tendremos que crear de las particularidades (personas o naciones) comunidades interconectadas que constituyan una sociedad en red que funcione como el organismo humano. Nuevamente el ingenio humano tendrá que engrandecerse para replantearse la esencia de lo humano en relación de armonía, no de rapiña y rivalidad, con la materia. ¿Cómo será esa sociedad?
El mito de la sociedad de la información
La sociedad de la información se ha presentado como una nueva forma de sociedad democrática y plural. Eso es un mito. En realidad  se trata de un proyecto geopolítico que se crea para agilizar  el libre mercado y, por lo mismo, el consumo.  Autores como  Chomsky, Sloterdijk, Sibilia advierten de su  carácter dominante, discriminador y excluyente. Esta situación ha sido asumida de maneras diferentes;  hay actitudes críticas pesimistas que advierten sobre muy bien fundadas posibilidades de desenlaces catastróficos; actitudes optimistas muy ambiguas de las que no se sabe si en realidad ven en la sociedad de la información la panacea para el advenimiento per se de la democracia y una vida mejor,  o simplemente obedecen conscientemente a intereses del establecimiento y se dedican a justificar desde su posición de intelectuales este nuevo mito (Jenkins); actitudes críticas muy bien sentadas en la tarea de develar el mito y hacer llamados por acciones de cambio orientadas hacia nuevas formas de pensar y de nombrarnos (Chomsky, Melucci, Sibilia y Brea) y, actitudes propositivas que ya avanzan en el  delineamiento de  nuevos marcos de interpretación para visionar nuevas e inéditas formas de humanidad y socialidad. Lo que sí es cierto es existe en los debates académicos la idea de pensar en formas de vida inéditas que aseguren la sostenibilidad del planeta. Esto quiere decir  que las sociedades a futuro deben ser de una manera tal que no interfieran con la capacidad de la naturaleza para sostener la vida (Capra).
El papel fundamental de los científicos sociales en estos momentos es el de brindar marcos de interpretación para comprender las circunstancias actuales y visionar nuevas formas de socialidad y para eso todavía no tenemos herramientas teóricas (Melucci). El problema es que con los marcos tradicionales hay muchas cosas que no se pueden ni siquiera nombrar; es necesario crear nuevos lenguajes a partir  de aquellos. Es preciso también repensar seriamente nuestra relación con la ciencia y la tecnología. Pensar en nuevas forma de socialidad  no se puede hacer al margen de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación por cuanto la mayoría  de las actividades que realizamos a diario las hacemos en el entorno de Internet y eso a futuro se va a incrementar (Melucci).   Estas no son simples instrumentos; son prolongaciones de lo humano que han sido determinantes en el proceso de hominización; los hombres y las tecnologías establecen relaciones interestructurantes (tecnicidad, Martín Barbero) y podemos apostarle a ponerlas a funcionar a favor de nuevas formas de humanidad y sociedad.
De ahí se deriva buena parte de mis intereses investigativos; ¿qué modalidades adoptan los vínculos sociales entre personas cuando se apoyan en la red? ¿Qué formas de vínculo social se pueden fomentar para impulsar nuevas formas de socialidad en un mundo interconectado? Específicamente me interesa explorar, comprender y explicar las dinámicas de origen, mantención y conclusión de vínculos sociales que han emergido a partir de la comunicación mediada por internet, con el objeto de proyectar formas de socialidad que superen las tendencias que históricamente han determinado las relaciones sociales  y en términos de las cuales éstas han devenido catastróficas. Pero con qué lenguaje?
El lenguaje de la complejidad
¿Qué nos aporta el ‘paradigma’ de la complejidad para avanzar en la resolución de la pregunta por la relación entre los niveles micro y macro?
Tal como se infiere de lo planteado párrafos atrás, una de las ideas fundamentales que adopta la visión de la complejidad es la naturaleza holística de la realidad y su estructuración en niveles. Este, más que un enunciado general, está motivado en unos principios que se derivan de la convergencia entre tres campos de estudio: la teoría de la información, que maneja el asunto de las incertidumbres y lo inesperado; la cibernética, que aporta el estudio de los sistemas regulados; y la teoría de sistemas, que aporta la máxima de que el todo es más que la suma de sus partes y que de diferentes configuraciones entre partes surgen cualidades emergentes. Morín los nombra así: principio hologramático, principio de recursión y principio dialógico.  El principio hologramático interpreta el hecho de que en todo sistema, si bien el todo es más que la suma de sus partes, las partes que lo constituyen son similares en su esencia a él, razón por la cual se puede concluir que no sólo la parte está incluida en el todo, sino que el todo también está incluido en la parte. Se podría entonces afirmar que en lo social las formas de convivencia en las esferas o ámbitos más íntimos exhiben similitudes importantes con la estructura social general de la cual participan y son partes que la constituyen, de tal suerte que cambios a este nivel deben influir en la estructura general de alguna manera. Para que tal posibilidad de transformación ocurra la complejidad asume como principio la idea de la recursión, en términos de la cual los sistemas se autoorganizan no por causalidad lineal sino a través de procesos de generación, que involucran la combinación de unas unidades de acuerdo a reglas de operación, que se repiten a la manera de un bucle en que los efectos también se constituyen en causas de sus causas:
“El principio de recursión organizacional va más allá del principio de la retroacción (feed-back); él supera la noción de regulación por aquella de autoproducción y de autoorganización. Es un bucle generador en el cual los productos y los efectos son ellos mismos productores y causadores de lo que los produce. Así, nosotros individuos, somos los productos de un sistema de reproducción salido del fondo de los tiempos, pero este sistema sólo puede reproducirse bajo la condición de que nosotros mismos devengamos productores, apareándonos” (Morín, 1997)
¿Cómo se aplica todo esto a lo social?
En cuanto a lo humano-social hay también una relación de coproducción entre microrrelaciones – que podrían ser patrones de interacción entre personas- y las macrorrelaciones – patrones de interacción entre comunidades o sociedades:
“Los individuos humanos producen la sociedad en y por sus interacciones, pero la sociedad, en tanto que todo emergente, produce la humanidad de estos individuos aportándoles el lenguaje y la cultura” (Morin, 1997)
Comprender lo anterior implica entender cómo se aplica la idea de bucle recursivo en las relaciones sociales.
“…cada vez, el contexto social es producido y reproducido (o modificado) por la especificidad de esa praxis cotidiana concretada en sus patrones de interacción social en que estén involucrados los hombres y mujeres concretos y reales de la sociedad de que se trate. Dicho de otro modo, es de esos patrones de interacción social de donde dimana la contextualización de nuestra vida social.” (Sotolongo 2006; 134-135)
Desde esta propuesta los niveles micro y macro, lejos de ser realidades separadas e incomunicadas, se coproducen entre sí pues la una no podría surgir sin la otra; se constituyen de forma paralela, simultánea y concomitante:
“… el contexto social no es una especie de “marco” o “recipiente” estructural que tenga existencia aparte de esa praxis cotidiana y de esas subjetividades sociales, como si se tratara de un “contexto espacio-temporal” estructural en el que, entonces, esa praxis y/o esas subjetividades “pudieran colocarse” (entrando o saliendo del mismo como si fuese una suerte de “recipiente social”). Tampoco conforman el contexto social unas subjetividades-agentes individuales dadas ya, que tengan existencia aparte (o separadamente) de esa praxis y/o de aquellas estructuras sociales (una especie de “contexto subjetivo” intencional al que, entonces, esa praxis y esas estructuras sociales se ajustarían), sino que, cada vez, el contexto social es producido y reproducido (o modificado) por la especificidad de esa praxis cotidiana concretada en sus patrones de interacción social en que estén involucrados los hombres y mujeres concretos y reales de la sociedad de que se trate” (Sotolongo 2006; 134)
Es un claro ejemplo de la característica fundamental metodológica del paradigma de la complejidad; el principio dialógico, que se basa en la idea de unir nociones que aparentemente son antagonistas para develar los procesos mediante los cuales la vida y la historia humanas se autoorganizan como complejidades. Se aplica así la lógica del tercero incluido, es decir, un elemento o entidad que es a la vez los dos polos que se diferencian:
“existe un tercer término T, que es a la vez A y no-A. La propia física cuántica lo corrobora con el quantum.” (Lupascu, 1987, a través de Pérez N. y E. Quesada)
Como vemos, a partir de las herramientas teóricas que nos brinda la idea de la complejidad, se puede hipotetizar que las dinámicas propias del nivel micro y las del nivel macro establecen relaciones de composicionalidad en virtud de las cuales se reconfiguran mutuamente a manera de un bucle generador, y que de esas dinámicas emergen las representaciones simbólicas que constituyen la cultura, la sociedad.
En conclusión, por lo menos las herramientas del paradigma de la complejidad consideradas en este escrito son útiles para realizar procesos de comprensión del problema de la relación entre los niveles micro y macro social de la realidad, condición necesaria para avanzar en la pregunta sobre la posibilidad de que muchas mentes pueden dar lugar a una mente colectiva.
En el mismo sentido  se puede hipotetizar que las dinámicas propias del nivel micro y las del nivel macro establecen relaciones de composicionalidad en virtud de las cuales se reconfiguran mutuamente a manera de un bucle generador, y que de esas dinámicas emergen las representaciones simbólicas que constituyen la cultura, la sociedad
¿Qué propuestas han surgido desde el paradigma de la complejidad?
Como marcos de interpretación y de acción acudo a la propuesta de los cuatro espacios antropológicos que nos brinda Pierre Levy  (2004)[1] desde su apuesta de la inteligencia colectiva, en la que aboga por la emergencia de un cuarto espacio antropológico; el espacio del saber.  Peter Sloterdijk (2009), Edgar Morín (1997, 2003, 2009) por ahora, en las que se vislumbra un anhelo de invención de una nueva forma de sociedad.
Sloterdijk, por su parte, propone una interpretación antropológico-filosófica del individualismo moderno en la que describe la historia de la humanidad vista  desde una esfera microscópica, la subjetividad en su intimidad. Edgar Morín, por su parte, brinda un soporte excepcional desde su mirada de la complejidad como método que me permitiría integrar en un solo modelo la mirada macro de Pierre Levy con la mirada micro de Peter Sloterdik.
 ¿Cómo serían las formas de relación entre personas?¿Qué cualidades humanas serían las unidades mínimas edificadoras de relaciones sociales inherentes a formas de organización social razonables?¿Cómo se vincula la vida cotidiana de las personas con la producción y /o reproducción de las subjetividades individuales y las estructuras sociales mayores? ¿Qué pistas nos dan las comunidades virtuales sobre esas posibles formas de devenir?

PREGUNTAS: FASE DESCRIPTIVA
¿Cómo se construyen y vivencian los vínculos sociales en la sociedad de la información? ¿Qué formas sociales se están generando a partir de aquellos? ¿Cómo se reproducen mutuamente? ¿Cómo se regulan para asegurar su sustentabilidad?  ¿Qué propósitos humanos subyacen a estas nuevas dinámicas sociales? ¿Qué recursos entran en juego? ¿Qué implicaciones tienen esas dinámicas a corto, mediano y largo plazo para la convivencia planetaria y sostenibilidad de la vida humana?
OBJETIVO: FASE  PROSPECTIVA
OBJETIVO GENERAL
Proponer un modelo de sociedad razonable en cuanto a la relación entre la forma de construcción de los vínculos entre  personas y la generación de formas de socialidad sostenible.
“…nuestra presencia en la tierra prueba que hasta ahora, y globalmente, la “cantidad de bien” ha sido superior a la “cantidad de mal… “Si el mundo humano subsistió hasta hoy es porque siempre ha habido suficientes justos . Porque las prácticas de acogida, ayuda, apertura, cuidado, reconocimiento y construcción son finalmente más numerosas o más fuertes que las prácticas de exclusión, indiferencia, negligencia, resentimiento y destrucción” Levy, 2004
BIBLIOGRAFÍA
[1] Levy, Pierre (2004) Inteligencia Colectiva: Por una antropología del ciberespacio. [en línea] disponible en http://inteligenciacolectiva.bvsalud.org/channel.php?lang=es&channel=8. Recuperado 17-03-2010.
[2] Sibilia, P. (2005) El hombre postorgánico. Cuerpo subjetividad y tecnologías digitales. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
[3] Melucci, A. (2001). "La experiencia individual y los problemas globales en una sociedad planetaria", en: Melucci, A. (2001). "Vivencia y Convivencia. Teoría social para una era de la información". Madrid: Editorial Trotta, S.A., pp. 63 a 86.
[4] Su interés en el proceso de la individualización que empieza hace casi 20 años apenas  es evidenciado una década después “ Destacados analistas sociales de la condición social presente [2001] (Giddens, 1997, 1998; Beck, 1998, 2000b, Bauman, 2000, 2001) han  dedicado en el curso de los últimos años  una considerable atención al análisis de los intersticios  entre lo individual  y lo social.” (Casquette, en Melucci2001)[4]
[5] Sloterdijk, P. (2009) Esferas III. Espumas: Esferología plural. Biblioteca de Ensayo Ciruela. Traducción de Isidro Reguera.

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